Está con
nosotras Madre María y María Magdalena,
la Señora de Eunate con su niño en brazos está aquí.
Queridas
hijas, yo soy María y el bebé que está
en mis brazos es mi hijo, pero representa a la humanidad. Es esa humanidad que sufre, esa humanidad que
llora y a la que yo acojo en mi seno. Dondequiera que haya una imagen mía con
un bebé representa mi deseo de amar y mostrar mi Amor hacia los seres que viven en ese lugar y por
extensión a todos los que con ellos se relacionan.
Son
puntos en los que he querido anclar el
Supremo Amor, me alegro por vosotras mis hijas, por vosotras dispuestas a
seguir dando el testimonio de nuestro deseo
que no es otro que ayudar a entender
el Amor.
Me
acompaña María, María conocida como la Magdalena, la esposa bien amada de mi
hijo terrenal, ella también simboliza a la humanidad amada por Cristo y también
simboliza el Amor, la energía femenina, que nutre, sana, cuida y ama. Quiero
que sepáis que estas dos energías se anclan también en vosotras.
Yo os
bendigo, yo os bendigo y os amo, y me presento ante vosotras como María de
Eunate, para que reconozcáis que desde hace tiempo estoy con vosotras, y que
vuestros rezos, que vuestros rezos llegan, que la humanidad se está llenando de
luz, porque son muchas, muchas las personas como vosotras que están aportando
su energía y su amor para el cambio.
Yo os bendigo, que el Amor sea con vosotras
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